La Paciencia es un fruto muy importante,
debido a que, por medio de ella, podemos esperar las promesas de Dios sin desesperarnos
ni perder el control de nuestra vida. Si tenemos la paciencia desarrollada,
quiere decir que nuestra fe también ha crecido y que vamos a ser buenos
testigos de Jesús para el mundo.
¿Qué es paciencia?
Ø Es la capacidad de sufrir pruebas, maltratos, problemas, persecuciones,
tribulaciones; estar bajo presión por largo tiempo, y aun así, permanecer
firme, constantemente animado y sin perder la calma o el genio.
Ø Es aceptar con coraje lo que la vida y las personas hagan en nuestra
contra. Es, también, tener la posibilidad de ejercer venganza y contenerse de
hacerlo.
Ø Es transformar las peores circunstancias en una herramienta de
crecimiento.
Ø Es la habilidad y el coraje de soportar las situaciones difíciles sin
dejar que nos lleven a la desesperación.
Ø Es la habilidad de soportar a las personas (especialmente a las más
difíciles), dándoles lugar para crecer e, incluso, para equivocarse.
“Así que, los que somos fuertes debemos
soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos”
Romanos 15.1
Hay personas que pierden los estribos ante
cualquier circunstancia; se angustian, se deprimen, maldicen, se quejan,
murmuran y hasta dejan de servir a Dios cuando están bajo presión. Estas
personas necesitan desarrollar la paciencia en su carácter, ya que nunca van a
poder crecer si no son capaces de soportar a los hermanos o las situaciones, o
si cada vez que algo les molesta salen huyendo. Tengamos en cuenta que la
paciencia no es sentarse a esperar con los brazos cruzados. La paciencia es la
forma en que se actúa durante el tiempo de espera; no es la habilidad de
esperar sino de actuar correctamente cuando estamos atravesando una prueba.
Durante el tiempo de espera, hay dos frutos
que pueden manifestarse: la paciencia o la impaciencia. Si lo que manifestamos
es impaciencia, entonces dejaremos de recibir la promesa de Dios. Todo el mundo
tiene que aprender a esperar; esto no es una opción. La mayor parte de nuestra
vida nos la pasamos esperando más que recibiendo; oramos, creemos, esperamos,
recibimos lo que esperábamos y, después, volvemos a empezar otra vez a esperar
por otra promesa. Dios nos hizo de esa manera. Él siempre nos trae nuevos
desafíos y metas para que crezcamos a través de ellos.
Aprendamos a disfrutar del “viaje” mientras esperamos.
Si usted está esperando que Dios arregle su
matrimonio, cambie a sus hijos, le dé un milagro financiero o le llame
al ministerio, pruébele que usted confía en Él
y ¡”disfrute el viaje”! Cuando nos quejamos y murmuramos al esperar, le
estamos demostrando a Dios que no estamos contentos con Él. En cambio, cuando
le decimos y le demostramos al Señor que estamos contentos mientras esperamos,
y que permanecemos confiando en Él y en sus promesas, el milagro llega.
“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia;
en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener
hambre, así para tener abundancia torno para padecer necesidad. Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4.12, 13
En mi caso, tuve que estar contento con una iglesia pequeña de 100 personas, hasta que Dios me diera una iglesia grande. Sin embargo, durante este tiempo, le demostré que, aunque no tuviera la iglesia y el ministerio que anhelaba, estaba contento con lo que me había dado hasta el momento, y le seguía creyendo por lo que vendría. Mientras no estemos contentos en la posición en que nos encontramos, Dios no podrá promocionarnos; pues primero debemos tener contentamiento para desarrollar en nosotros la paciencia y aprender a valorar todo lo que Él nos da.
La paciencia
ganará su alma.
“Con vuestra paciencia ganaréis vuestras
almas”. Lucas 21.19
La Biblia Amplificada dice: “Si
permaneciereis firmes, pacientes, ganareis la verdadera vida de vuestras almas”.
¿Qué
significa poseer y ganar el alma?
Significa ser hombres y mujeres de verdad; con
dominio propio, que guardan la calma interior sin dejarse perturbar por ninguna
circunstancia adversa, ni ser controlados por los impulsos e instintos
carnales. Son hombres y mujeres, cuyas pasiones, mente, voluntad y emociones, están
bajo control. La verdadera vida, dijo Jesús, la van a encontrar cuando tengan
su alma bajo control (voluntad, emociones y mente), y esto se logra a través de
la paciencia.
Si usted no aprende a controlar sus emociones,
éstas lo controlaran a usted. Cuando alguien le ofenda, en vez de razonar todo
el día sobre lo que le hubiera contestado o cómo debieron ser las cosas, tome la
decisión de no ofenderse y decir: “me siento herido, pero no me rindo por eso;
decido no pensar más en ello”. ¡Es una gran libertad saber que las emociones no
nos gobiernan! Dios nos hará pasar por distintas circunstancias para que aprendamos
a esperar, sin que nuestras emociones nos vuelvan locos.
Si usted no ha recibido lo que está esperando,
lo más seguro es que Dios sabe algo que usted ignora; y es que si le diera lo
que espera en este momento, en vez de darle una bendición, le causaría
problemas. Por eso es, que Él nos da lo que esperamos, no cuando lo queremos,
sino cuando estamos listos.
¿Para qué Dios nos quiere hacer esperar por
las promesas? ¿Será que al Señor le gusta que suframos para Él gozarse en
nuestro dolor? No, el corazón de Dios no tiene nada malo para nosotros. Todos
sus pensamientos acerca de sus hijos son de paz, de amor y de bondad.
Pero, eso no quita que hayan lecciones que
tenernos que aprender y las circunstancias que nos incomodan o nos hacen sufrir
son las mejores herramientas. Dios nos hace esperar por dos razones:
♦ Para que
maduremos y crezcamos espiritualmente
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os
halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce
paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y
cabales, sin que os falte cosa alguna”. Santiago 1.2-4
La persona madura, no carece de cosa alguna; es estable, balanceada, no se ofende ni pierde el dominio de sus emociones fácilmente. Por tal motivo, el objetivo de Dios es llevarnos a ser de esta manera, llevarnos a la perfección completa. Pues la prueba bien llevada produce paciencia, y esto nos lleva a la constancia y a la madurez, lo cual nos permite hacer su obra con excelencia para recibir sus promesas y saber cómo manejarlas.
♦ Para
desarrollar fe y paciencia
“…a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas” Hebreos 6.12
Una de las
formas de desarrollar
la paciencia
es la prueba.
Para desarrollar paciencia, tenemos que estar
en medio de gente repugnante, orgullosa y quejona; esperar en el tráfico,
esperar en el supermercado, esperar en el banco, esperar que cambiemos, esperar
en Dios, esperar que la gente cambie, esperar hasta que las circunstancias cambien.
Mientras usted no pase el examen de la
paciencia, no podrá madurar ni tampoco ver su promesa cumplida. Hay personas
impacientes que pierden la bendición porque se mudan de lugar, se van de la
iglesia, se cambian de trabajo, se casan con la persona incorrecta, se van a trabajar
exclusivamente para el ministerio, y así sucesivamente. ¡Todo lo hacen antes de
tiempo!, y como resultado, nunca ven cumplidas las promesas de Dios.
¿Qué sucede
cuando somos impacientes?
Abraham
Dios le habló a Abraham a la edad de 75 años
para que dejará su parentela y su casa, porque lo iba a llevar a un lugar que Él
le mostraría. También, le prometió darle un hijo, pero Abraham se impacientó; y
después de 11 años de esperar, cuando él ya tenía 86 años, su esposa Sarai le sugiere
que tenga en cuenta a su sierva Hagar para que les dé ese hijo. Finalmente,
Abraham accedió a su petición y tuvo un hijo con Hagar llamado Ismael.
Lamentablemente, vemos aquí que Abraham se
adelanto
al plan de Dios, que era darle el verdadero
hijo de la promesa, Isaac; por lo que sufrió dolorosas consecuencias y tuvo que
seguir esperando por aquella promesa. Catorce años más tarde, después de que
Abraham cumplió 100 años, Dios cumplió la promesa de darle su hijo. En total,
“el padre de la fe” tuvo que esperar 25 años para recibir la verdadera promesa.
Hay personas que, en este momento, se
encuentran frustradas, lamentándose por no haber esperado una semana, un mes,
seis meses, un año, debido a que se impacientaron por el dolor, el sufrimiento,
las circunstancias; y ahora, tienen un “Ismael” en vez de un “Isaac” en sus
vidas. Cuando una persona hace lo que Dios quiere, pero antes de tiempo, esto
no produce vida aunque sea la voluntad de Dios. Lo que usted hace en
diez años, Dios lo puede hacer en uno. Pero
recuerde que Dios no tiene prisa, Él no lo va a promover si usted no está
listo.
¡Tenga cuidado!, porque el enemigo siempre
ofrece un
“Ismael”, ya que es el camino más rápido y más
fácil.
Pero Dios tiene un “Isaac” para su vida; siga
creyendo y esperando. Mientras tanto, alabe a Dios y dele gracias, porque lo
que Él promete, lo cumple. No cambie lo mejor por lo bueno, espere en Dios que Él
nunca le ha mentido y hará el milagro que usted está esperando.
Noé: Vivió 950 años. Cuando Dios le mando a edificar el arca, él tenía
500 años y la terminó cuando tenía aproximadamente 620 años. La Palabra dice
que Noé predicó el arrepentimiento a la gente durante los 120 años que duró la
construcción del arca, y nadie se convirtió. Para hacer esto durante tanto
tiempo, se necesita mucha paciencia; y solamente mediante la gracia divina, fue
que Noé pudo pasar el examen y alcanzar la promesa de salvación para su
familia.
Hay personas que ya quieren ser ministros y
trabajar de forma exclusiva en el ministerio; pero hay que tener en cuenta que
esto no es un asunto fácil. Por ejemplo, a
Elíseo le tomó 15 años; a Jesús, el hijo de
Dios, le tomó
30 años; a David le tomó 13 años llegar al
trono después
de haber sido ungido, y así sucesivamente.
Todo tiene un tiempo, y Dios no tiene prisa.
Dios se mueve
de dos maneras:
♦ Rápido y de repente
“Y de repente vino del cielo un estruendo
como de un viento recio que soplaba, el cual lleno toda la casa donde estaban sentados...”
Hechos 2.2
♦ Despacio y poco a poco
“Cuando Jehová hiciere volver la cautividad
de Sion, seremos como los que sueñan” . Salmo 126.1
Algunas veces, Dios va tan despacio que parece
que no se mueve. Otras veces, lo hace tan rápido y de repente, que nos
sorprende. El tiempo de cumplimiento de las promesas de Dios, llamado “kairos”,
sólo lo determina el
Señor. Él sabe cuándo necesitamos ejercitar
más nuestra paciencia y cuándo estamos listos para que nos llegue la promoción
y el rompimiento.
El “kairos” de Dios no se puede conocer, ya
que todas las cosas se hacen de acuerdo a la fe. Dios sabe el momento
de restaurar la familia, el matrimonio o las
finanzas.
Sólo Él sabe cuándo va a salvar a nuestra
familia y cuando vamos a ser llamados al ministerio. Debemos
vestirnos de paciencia, como lo expresa la
Palabra en
Colosenses 3.12.
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios,
santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre,
de paciencia...”
siempre va a haber algo durante el día que nos
puede
hacer perder la paciencia; pero si usted ha
tomado la
decisión de ser constante y paciente bajo el
peso o la
presión de las circunstancias, obtendrá la
victoria.
¿Cómo andar
en el fruto de la paciencia?
Como en todo lo que hacemos, esto involucra
nuestra
decisión; es decir, para caminar dando fruto
de paciencia, debemos tomar la decisión de ejercitarla; preparando nuestra
mente para sobrellevar a las personas y las circunstancias.
Algunos amenazan al Señor diciendo cosas,
tales como: si tú no haces algo para la próxima semana, no voy a soportar y me
voy a morir”. Pero la paciencia es todo lo contrario a esta reacción, ya que la
persona debe sostenerse de buen ánimo y buen temperamento, sin llegar a la
desesperación. Aunque también, debe saber en qué momento confrontar y mostrar
amor por los demás.
Cada vez que vea un problema en una persona,
no significa que sea usted quien debe corregirla o confrontarla con el problema.
A continuación, veremos una lista de las
personas, las
áreas y las circunstancias en las que debemos
ejercitar la paciencia:
Ø Debemos ejercitar paciencia con las debilidades y faltas propias y
ajenas.
Ø Paciencia con las personas duras de razonamiento o de corazón, porque,
generalmente, no saben lo que están haciendo. Por ejemplo, personas que nos
hacen esperar, que nos contestan mal, que no cumplen con su trabajo.
Ø Paciencia con los temperamentos diferentes al nuestro, pues no todos
reaccionamos de la misma manera frente al mismo estímulo.
Ø Paciencia con las personas que cuentan la misma historia una y otra
vez.
Ø Paciencia con aquellos que quieren contar algo con lujo de detalles
cuando no queremos escuchar nada o estamos afanados.
Ø Paciencia cuando la gente interrumpe en el momento en que estamos
realizando algo importante o que requiere mucha concentración, como estudiar,
orar o hablar con alguien un asunto importante.
Ø Paciencia con la gente que llega tarde.
Ø Paciencia con la gente que promete y no cumple.
Ø Paciencia con la gente que deja el trabajo incompleto.
Ø Paciencia con la gente que nos quita el estacionamiento.
Ø Paciencia con la gente que habla mal de nosotros a nuestras espaldas.
Puntos importantes acerca del fruto de la paciencia:
Ø Es la habilidad y el coraje de soportar las circunstancias complicadas
sin llegar a la desesperación.
Ø Si el fruto de la paciencia no se manifiesta mientras esperamos, lo que
se va a manifestar es el fruto de la impaciencia, y como resultado, dejaremos
de recibir la promesa de Dios.
Ø Cuando actuamos con impaciencia, le damos lugar al diablo, el cual
siempre tendrá un “Ismael” preparado para que no recibamos nuestro “Isaac”.
Ø No cambie lo mejor por lo bueno, espere en Dios que Él nunca le ha
mentido y hará el milagro.
Ø Dios se mueve: rápido y de repente o despacio y poco a poco.
Ø El “kairos” de Dios no se puede saber, ya que todas las cosas se hacen
de acuerdo a la fe.
Ø Para andar en el fruto de la paciencia, debemos prepararnos para
sobrellevar a las personas y circunstancias difíciles.
Noche de Paz
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