He compilado una lista de nueve razones bíblicas de
por qué ayunamos, y no necesariamente son un paralelo de los doce beneficios
del ayuno listados en Isaías 58. Muchos de estos puntos se ajustan claramente a
las áreas de la vida cristiana, y contestan algunas de las preguntas más
comunes que me han hecho acerca del ayuno durante las últimas dos décadas.
Ayunamos en obediencia a La Palabra de Dios
El ayuno está profundamente incorporado en La
Palabra de Dios. Es una herramienta de líderes triunfadores, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento. Si el registro bíblico nos dice algo,
entonces “Los vencedores ayunan y los perdedores no”. Aquí tenemos una muestra
breve de lo que Dios tiene para decir en cuanto al ayuno, a los creyentes y
ministros en particular: “Ahora bien —afirma el Señor—, vuélvanse a mí de
todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos” (Joel 2:12).
“Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos”? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán” (Mateo 9:15).
“Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos”? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán” (Mateo 9:15).
Ayunamos para humillarnos delante de Dios y para obtener su gracia y su poder
¿Cuán a menudo necesita usted la gracia? Necesita explotar repetidamente el poder de Dios para alcanzar los llamados y la visión que Él ha puesto en su corazón? Todos necesitamos de su continuo poder para vivir diariamente la vida cristiana victoriosa.
Por esta razón, ¿dolería tanto ayunar por lo menos un día por semana para “mantener la limpieza” en su vida? El ayuno nos mantiene honestos. Santiago habló de este punto con mucha claridad: si quiere poder y gracia de Dios, entonces tiene que humillarse: “Humíllense delante del Señor, y él los exaltará” (Santiago 4:10). El Espíritu Santo es llamado el Espíritu de gracia.
Si usted quiere el Espíritu de gracia, si quiere la unción, entonces humíllese.
Ayunamos para vencer las tentaciones en las áreas
que nos impiden movernos en el poder de Dios
Si la unción no fluye libremente a través de usted,
es una buena señal de que necesita ayunar y orar. Es tiempo de limpiar el canal
para que el Espíritu de Dios pueda fluir. Una vez más, volvamos al patrón del
gran pionero de nuestra fe, Jesús. Según Lucas capítulo 4, Jesús salió de un
desierto de tentación en el poder del Espíritu. Si usted quiere lo mismo,
entonces haga lo que Él hizo. Jesús no comió por cuarenta días, y después vino
el diablo y lo tentó cuando tenía hambre. Y después que Jesús castigara
duramente al diablo, continuó en poder.
Ayunamos para ser purificados del pecado, y para ayudar a que otros sean purificados también
Ayunamos para ser purificados del pecado, y para ayudar a que otros sean purificados también
Según La Palabra de Dios, Jesucristo llevó todos los
pecados del mundo en la cruz del Calvario. No obstante, muchos de nosotros (sino
todos), tenemos que lidiar con pecados “confusos” o pecados “que nos asedian”,
que parecen aparecer repentinamente una y otra vez. Dios quiere que nosotros no
solo derrotemos a estos pecados confusos en nuestras vidas, sino que vamos más
allá de nuestras necesidades para interponemos como intercesores a favor de
otros.
Si hay un hábito o pecado crónico que continúa
apareciendo en su vida, entonces humille su alma en ayuno, y Dios lo
purificará.
Prepárese, entonces, para el momento en que el Señor le pida que lleve sobre usted (a través de la intercesión) los pecados de otros y combinar su oración intercesora con el ayuno. Los grandes modelos en este tema, son Jesucristo y el profeta Daniel:
Prepárese, entonces, para el momento en que el Señor le pida que lleve sobre usted (a través de la intercesión) los pecados de otros y combinar su oración intercesora con el ayuno. Los grandes modelos en este tema, son Jesucristo y el profeta Daniel:
“Entonces
me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné
y me vestí de luto y me senté sobre cenizas. Esta fue la oración y confesión
que le hice: “Señor, Dios 0rande y terrible, que cumples tu pacto de fidelidad
con los que te aman y obedecen tus mandamientos: Hemos pecado y hecho lo malo;
hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus
leyes” (Daniel 9:3-5).
Podemos usar este gran modelo de oración para
nosotros mismos, para nuestra congregación, para nuestros niños, y aún para
nuestra ciudad y nuestra nación. Dice: “Dios, hemos pecado. Nos hemos apartado
de tus caminos, oh Dios. Estamos en derrota por causa de nuestros pecados y
nuestras transgresiones”. Ahora recuerde que el hombre que oro por estas cosas,
Daniel, era el hombre más justo de su generación! Este era el hombre que
prefería orar antes que escapar de la cueva de leones, pero aún así dijo:
“Dios, nosotros hemos pecado”.
Muchas veces he hablado este principio con pastores
que protestaban diciendo:
—¡Usted no entiende! Estamos bien. No estamos mal. Aquí vivimos vidas piadosas.
Yo les digo: Escuchen, ustedes no entienden! Podemos estar bien, pero nuestras ciudades y nuestras naciones se desmoronan! Debemos llevar esta carga sobre nosotros y decir “Dios, hemos pecado, nos hemos vuelto perezosos. Perdónanos y restáuranos”.
Yo les digo: Escuchen, ustedes no entienden! Podemos estar bien, pero nuestras ciudades y nuestras naciones se desmoronan! Debemos llevar esta carga sobre nosotros y decir “Dios, hemos pecado, nos hemos vuelto perezosos. Perdónanos y restáuranos”.
Como creyentes e intercesores bajo el patrón del
Gran Intercesor, se espera que llevemos las cargas de otros porque fuimos
llamados para eso. Es solamente la parte inevitable de “tomar nuestra cruz
diariamente”. A veces, ciudades o naciones enteras ayunan para arrepentirse y
para ser purificadas del pecado. Esto sucedió en los días de Jonás. Los
ninivitas eran un pueblo malvado y violento que estaba a punto de ser juzgado y
aniquilado por Dios, pero entonces entraron en un ayuno (incluso los asnos, los
camellos y las cabras, fueron puestos en ayuno!):
“Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron
ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de
arrepentimiento. Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de
su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego mandó
que se pregonara en Nínive por decreto del rey y de su corte: «Ninguna
persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco
pastará ni beberá agua. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con
sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo
que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. ¡Quién
sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no
perezcamos». (Jonás 3:7-9)
Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían
convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción
que les había anunciado” (Jonás 3:10).
Nínive se volvió al Dios Viviente. Ellos recibieron el Evangelio cuando Jonás fue a ellos. Y tres mil años más tarde, mientras se escribe este libro, el único cristiano elegido para el parlamento en las primeras elecciones iraquíes, era de Nínive.
Nínive se volvió al Dios Viviente. Ellos recibieron el Evangelio cuando Jonás fue a ellos. Y tres mil años más tarde, mientras se escribe este libro, el único cristiano elegido para el parlamento en las primeras elecciones iraquíes, era de Nínive.
Ayunar por pureza a veces puede ser confuso debido a
la naturaleza del proceso de limpieza. El ayuno tiene una manera de traer a la
superficie a cada hábito asqueroso o a toda irritación indecente que usted
tenga en su vida. Notará rápidamente —especialmente en ayunos más prolongados—
que si tiene un mal temperamento oculto allí en donde nadie puede ver (excepto
Dios y su esposa), entonces saldrá a la superficie y usted empezará a rugirle a
la gente. Sea paciente y aliéntese, y no se vuelva atrás. El Señor lo limpiará.
El Sueño de Dios
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