sábado, 1 de agosto de 2015

¿Por qué ayunamos?


He compilado una lista de nueve razones bíblicas de por qué ayunamos, y no necesariamente son un paralelo de los doce beneficios del ayuno listados en Isaías 58. Muchos de estos puntos se ajustan claramente a las áreas de la vida cristiana, y contestan algunas de las preguntas más comunes que me han hecho acerca del ayuno durante las últimas dos décadas.
Ayunamos en obediencia a La Palabra de Dios

El ayuno está profundamente incorporado en La Palabra de Dios. Es una herramienta de líderes triunfadores, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Si el registro bíblico nos dice algo, entonces “Los vencedores ayunan y los perdedores no”. Aquí tenemos una muestra breve de lo que Dios tiene para decir en cuanto al ayuno, a los creyentes y ministros en particular: “Ahora bien —afirma el Señor—, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos” (Joel 2:12).
“Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos”? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán” (Mateo 9:15).

Ayunamos para humillarnos delante de Dios y para obtener su gracia y su poder

¿Cuán a menudo necesita usted la gracia? Necesita explotar repetidamente el poder de Dios para alcanzar los llamados y la visión que Él ha puesto en su corazón? Todos necesitamos de su continuo poder para vivir diariamente la vida cristiana victoriosa.
Por esta razón, ¿dolería tanto ayunar por lo menos un día por semana para “mantener la limpieza” en su vida? El ayuno nos mantiene honestos. Santiago habló de este punto con mucha claridad: si quiere poder y gracia de Dios, entonces tiene que humillarse: “Humíllense delante del Señor, y él los exaltará” (Santiago 4:10). El Espíritu Santo es llamado el Espíritu de gracia.
Si usted quiere el Espíritu de gracia, si quiere la unción, entonces humíllese.
Ayunamos para vencer las tentaciones en las áreas que nos impiden movernos en el poder de Dios

Si la unción no fluye libremente a través de usted, es una buena señal de que necesita ayunar y orar. Es tiempo de limpiar el canal para que el Espíritu de Dios pueda fluir. Una vez más, volvamos al patrón del gran pionero de nuestra fe, Jesús. Según Lucas capítulo 4, Jesús salió de un desierto de tentación en el poder del Espíritu. Si usted quiere lo mismo, entonces haga lo que Él hizo. Jesús no comió por cuarenta días, y después vino el diablo y lo tentó cuando tenía hambre. Y después que Jesús castigara duramente al diablo, continuó en poder.
Ayunamos para ser purificados del pecado, y para ayudar a que otros sean purificados también
Según La Palabra de Dios, Jesucristo llevó todos los pecados del mundo en la cruz del Calvario. No obstante, muchos de nosotros (sino todos), tenemos que lidiar con pecados “confusos” o pecados “que nos asedian”, que parecen aparecer repentinamente una y otra vez. Dios quiere que nosotros no solo derrotemos a estos pecados confusos en nuestras vidas, sino que vamos más allá de nuestras necesidades para interponemos como intercesores a favor de otros.
Si hay un hábito o pecado crónico que continúa apareciendo en su vida, entonces humille su alma en ayuno, y Dios lo purificará.
Prepárese, entonces, para el momento en que el Señor le pida que lleve sobre usted (a través de la intercesión) los pecados de otros y combinar su oración intercesora con el ayuno. Los grandes modelos en este tema, son Jesucristo y el profeta Daniel:
“Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas. Esta fue la oración y confesión que le hice: “Señor, Dios 0rande y terrible, que cumples tu pacto de fidelidad con los que te aman y obedecen tus mandamientos: Hemos pecado y hecho lo malo; hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes” (Daniel 9:3-5).
Podemos usar este gran modelo de oración para nosotros mismos, para nuestra congregación, para nuestros niños, y aún para nuestra ciudad y nuestra nación. Dice: “Dios, hemos pecado. Nos hemos apartado de tus caminos, oh Dios. Estamos en derrota por causa de nuestros pecados y nuestras transgresiones”. Ahora recuerde que el hombre que oro por estas cosas, Daniel, era el hombre más justo de su generación! Este era el hombre que prefería orar antes que escapar de la cueva de leones, pero aún así dijo:
“Dios, nosotros hemos pecado”. 
Muchas veces he hablado este principio con pastores que protestaban diciendo: 
—¡Usted no entiende! Estamos bien. No estamos mal. Aquí vivimos vidas piadosas.
Yo les digo: Escuchen, ustedes no entienden! Podemos estar bien, pero nuestras ciudades y nuestras naciones se desmoronan! Debemos llevar esta carga sobre nosotros y decir “Dios, hemos pecado, nos hemos vuelto perezosos. Perdónanos y restáuranos”.
Como creyentes e intercesores bajo el patrón del Gran Intercesor, se espera que llevemos las cargas de otros porque fuimos llamados para eso. Es solamente la parte inevitable de “tomar nuestra cruz diariamente”. A veces, ciudades o naciones enteras ayunan para arrepentirse y para ser purificadas del pecado. Esto sucedió en los días de Jonás. Los ninivitas eran un pueblo malvado y violento que estaba a punto de ser juzgado y aniquilado por Dios, pero entonces entraron en un ayuno (incluso los asnos, los camellos y las cabras, fueron puestos en ayuno!):
“Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento. Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego mandó que se pregonara en Nínive por decreto del rey y de su corte: «Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos». (Jonás 3:7-9)
Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado” (Jonás 3:10).
Nínive se volvió al Dios Viviente. Ellos recibieron el Evangelio cuando Jonás fue a ellos. Y tres mil años más tarde, mientras se escribe este libro, el único cristiano elegido para el parlamento en las primeras elecciones iraquíes, era de Nínive.

Ayunar por pureza a veces puede ser confuso debido a la naturaleza del proceso de limpieza. El ayuno tiene una manera de traer a la superficie a cada hábito asqueroso o a toda irritación indecente que usted tenga en su vida. Notará rápidamente —especialmente en ayunos más prolongados— que si tiene un mal temperamento oculto allí en donde nadie puede ver (excepto Dios y su esposa), entonces saldrá a la superficie y usted empezará a rugirle a la gente. Sea paciente y aliéntese, y no se vuelva atrás. El Señor lo limpiará. 
El Sueño de Dios


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