miércoles, 22 de marzo de 2017

El Perdón





¿Estaban todos Uds. cuando nuestro Pastor nos relató los hechos vividos por un miembro de la familia pastoral respecto de su propia muerte? Bueno, para aquellos que no lo conocen, les hago un pequeño resumen de los acontecimientos.

         Un Pastor estaba reunido con su familia y sufrió un ataque cardíaco y falleció, y él cuenta que tal como relatan algunos libros conocidos se vió a si mismo separándose de su cuerpo físico y elevándose en la altura, mientras su familia desesperada trataba de reanimarlo y otros de llamar al servicio médico, y un ángel vino hacia él y le manifestó que Dios quería hablarle, claro, el buen Pastor no estaba muy decidido a dejar este mundo, ya que consideraba que aún no había concluido su obra, pero aún asi, en compañía del ángel, siguió ascendiendo hasta llegar a la puerta del cielo y encontrarse allí con la Divina Presencia, que le explicó que iba a darle un mensaje para la Iglesia, mensaje que le repitió tres veces: “DÍ A LA IGLESIA QUE QUIEN NO PERDONA, NO ENTRA AL CIELO”. Impresionante, movilizador y para meditar.

Solemos ser tan “distraídos” que no nos detenemos a pensar en estas cosas, simplemente repetimos versículos bíblicos como si con eso laváramos nuestra conciencia, pero si miramos con detenimiento la cuestión, vamos a darnos cuenta que la mayoría de las veces sólo llenamos de palabras la boca, pero vaciamos nuestro corazón de la obediencia a Dios. 

Los seres humanos, además de desobedientes, nunca queremos hacernos cargo de nuestros propios errores, Cuando Adán y Eva hicieron lo que no debían, se fueron a esconder para que Dios no los viera, cómo si eso fuera posible, quién puede engañar a Dios??? Y cuando el Padre le pidió cuentas a Adán, qué respondió??? “la mujer que me diste . . .” wowww qué espanto!!!! No sólo no reconoció su desobediencia al mandato de Dios, sino que, veladamente, lo estaba acusando de ser el culpable de haberle dado una mujer defectuosa, y Eva hizo lo propio, culpó a la serpiente, y podemos seguir así “in eternum” siempre estamos buscando culpables, menos nosotros, claro. 

Y les aseguro que culpar al hermano no sólo no soluciona las cosas, sino por el contrario las complica, porque además de no mejorar en lo personal estamos cometiendo el error de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, y Dios no quiere eso.

1° de Juan 3: 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.  Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. 


1° de Juan 2: 9-11  El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.  El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

        




 Y es tristemente así, porque las tinieblas, encubren, impiden ver la verdad, porque la verdad es luz, y sucede que encubriendo ese oscuro sentimiento, lo único que logramos es detener esa bendición que Dios nos quiere dar y que tanto anhelamos.

         Es mas que importante pedir perdón, porque eso implica, primero asumir que hemos pecado, segundo arrepentirnos, y en consecuencia reconciliarnos con el Padre, y entre otras cosas, es vital que lo hagamos en forma audible, y me dirán, porqué, bueno, es real que Dios lee las intenciones de nuestro corazón, pero Satanás no sabe lo que pensamos, no puede penetrar tan hondo en nosotros, por eso siempre está al acecho, por lo tanto debemos lograr que el escuche, oiga, sienta que nos hemos arrepentido y que hemos restaurado nuestra relación con el Padre, por lo tanto, él ya no tiene parte  ni derecho en nuestra vida, porque al estar en obediencia con Dios ya no puede  atormentarnos.

Cuando hablamos de perdón solemos olvidarnos de ponernos frente al espejo y perdonarnos a nosotros mismos. Isaías 43:18-19 “No recuerdes lo que pasó antes, ni pienses en el pasado”  Convengamos que cuando vinimos al Señor, teníamos asperezas por aquí y asperezas por allá, hicimos nuestra oración de entrega, nos arrepentimos de nuestros pecados y el Señor en su gran misericordia y por su gracia, cubriéndonos con la Preciosa Sangre de Jesucristo nos perdonó. Sin embargo hay alguna de esas asperezas que aún nos siguen haciendo “run-run” en nuestro interior, y yo pregunto, qué nos pasa??? 

Creemos en Dios a medias, le estamos mintiendo y no nos habíamos arrepentido o somos unos soberanos tontos y no comprendemos que lo que Dios cubre con la Sangre derramada en la cruz ya no vuelve a la superficie. Parecería que no discernimos la inmensidad del amor de Dios, Èl desea un cambio profundo en nuestra vida, nos va transformando, somos una obra en proceso. Y porque estamos en proceso, el crecimiento es paulatino, de hecho, seguramente vamos a reincidir en alguno de nuestros errores, esos que están mas arraigados, pero siempre tomados de la mano del Señor, con fe y en obediencia, iremos haciéndolo cada vez menos, y no sólo  eso, sino que cada vez nos levantaremos mas rápido de la caída. 

Para perdonarnos a nosotros mismos tenemos que aceptar el perdón de Dios; es imposible perdonarnos a nosotros mismo si no aprendemos a recibir el perdón de Dios. Entendamos que Dios aún no ha terminado la obra, seamos pacientes y dejemos que la obra de Dios se perfeccione en nuestras vidas. No nos encerremos en una cárcel de culpa y dolor, por el contrario, salgamos de ella y alabemos constantemente a Dios por todo lo que hizo, hace y hará por cada uno de nosotros


Debemos comprender que el perdón no es un sentimiento, es una decisión, consciente, voluntaria, Y cuando la tomamos y lo hacemos con convicción, entonces el Señor comienza a obrar, si, es Él quien nos va fortaleciendo en la decisión tomada, y poco a poco, casi sin darnos cuenta, pero perseverando, un día descubrimos que hemos perdonado. Hubo una persona que realmente me hizo mucho daño, daño absolutamente gratuito, y por esa causa me costó terribles luchas poder perdonarla, era tanta la carga que tenía que el solo hecho de mencionarla me hacía brotar lágrimas de impotencia. 

Cuando comencé a conocer al Señor y sus deseos hacia sus hijos, un día, muy entre dientes declaré que perdonaba a esa persona, con franqueza, lo hacía mordiendo las palabras, pero con el convencimiento que era necesario obedecer. Día tras día renovaba mi declaración, y cada vez me costaba menos hacerlo, hasta que un día, sin siquiera darme cuenta, descubrí que podía nombrar a esa persona y las cosas que había hecho sin sentir nada que me molestara, ni la mas mínima incomodidad, y por primera vez en muchos años me sentí libre, porque el recuerdo ya no me angustiaba. Es una sensación gloriosa, que no puede describirse con palabras.

No nos equivoquemos, perdonar no significa excusar la mala acción, perdonar, es reconocer la ofensa, pero decidir no esgrimirla en contra del otro.

Me atrevo a sugerirles que tomen hoy mismo esta decisión, no esperen mas, porque la falta de perdón frena los beneficios que Dios tiene para cada uno, y no creo que haya ni siquiera uno que quiera perderlos. Saben??? Dios está esperando que lo inviten a intervenir en sus vidas. Dios es mas, mucho mas que una creencia, Dios es verdad, es poder, es justicia, restauración, resurrección y salvación, pero esencialmente,  es nuestro Padre y nos ama, somos su especial tesoro,  qué no hará Él por nosotros???

Imitemos al ciego que cuando vio acercarse a Cristo, gritó con toda la potencia de su voz: Hijo de David, ten misericordia de mi. Porque el ciego fue movido por su fe y supo, que cuando Dios  está cerca pasan cosas grandes en nuestras vidas, entonces cuando el Señor nos pregunte qué es lo que queremos, podamos responder con todas nuestras fuerzas: 


Ayúdanos Señor a amar y perdonar como vos nos amás y perdonás, queremos obedecerte, estamos arrepentidos. Y no duden ni siquiera por un instante, Él quiere bendecirnos, igual que lo hizo con el ciego, o con los leprosos, porque él siempre está susurrando en nuestro corazón; “no temas, yo soy tu Dios, tu fortaleza y tu victoria”,  porque Cristo es hoy igual que ayer y lo será por los siglos.



Dios los bendiga abundantemente en cada área de sus vidas.-

Beatriz Rey Iglesia Centro Familiar Cristiano Nueva Vida



Cubierto en Majestad



                   

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